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viernes, 1 de febrero de 2008

Columna de Lebrón


POLITICA & JUSTICIA


¿Escupir la comida?


ROBERTO LEBRON
Sería mejor emplear el término ‘morder la mano’ que me alimenta en vez de ‘escupir la comida’ para tratar le veda puesta por Haití a la importación de productos avícolas, es decir carne y huevos. El gobierno de René Preval lo está haciendo sin advertir las consecuencias porvenir.
Supongo que todo el mundo sabe lo que significa ‘escupir la comida’, hablando en español dominicano. Creo, en cambio, que esa expresión callejera no ha sido trata por ningún lingüista criollo, pero eso no implica que la misma no tenga un significado contundente en la mente de los dominico-hablantes.

Recuerdo haber desmenuzado, como ‘consultador’ de textos semióticos y ligüisticos, de un libro escrito por el profesor Manuel Matos Moquete: ‘El Habla Coloquial de Hipólito Mejía; Estudio de un Idiolecto’. Analicé ese texto de cabo a rabo y creo no haber encontrado la expresión, porque a lo mejor el ex presidente no la empleó.

Pero bien, lo que quiero decir es que los haitianos están afilando cuchilla para su propio pescuezo con esto de prohibir la importación de carne hinca y huevos a su territorio. Lo hacen alegando que en República Dominicana hay peligro de ‘gripe aviar’, lo que ha sido rechazado de mil mareas por las autoridades.

Creo, en cambio, que el gobierno de Puerto Príncipe no actuaría mal en caso de que fuera cierta la creencia de que ese mal está presente en las granjas dominicanas. Lo que está mal es que el régimen encabezado por el presidente Preval emplee el tema para hacer exigencias que podrían, de momento, ser consideradas descabelladas.

Bien ha dicho el canciller Carlos A. Morales Troncoso que los haitianos acaban de darnos una lección. No hay algo más cierto que lo dicho por el ministro de exteriores, tomando en cuenta lo pasible que ha sido este país con algunas cosas de nuestros vecinos, muchos de los cuales actúan como le da la gana en la frontera.

Parecería que estamos de rodillas. Esa es la impresión que arroja actitud de Haití, sabiendo sus representantes que de no existir la República Dominicana su situación fuera diferente en términos de sobrevivencia. Es desconsiderada, para decirlo en términos muchos más concretos, la actitud del gobierno de Preval.

Cuando se conoció la versión de que en Higüey fueron detectadas aves afectadas Puerto Rico suspendió la importación de carne y huevos. En cambio, contrario a lo que hace Haití, la veda fue levantada cuando se determinó que las granjas criollas estaban libres de la enfermedad.

Hablar de Puerto Rico es lo mismo que de Estados Unidos, de modo que tengo la impresión que entrará en razón, a pesar de que bajo ninguna circunstancia quiero desconocer el derecho que tienen los haitianos a reivindicar su derecho como nación libre y soberana. De ahí en adelante es otra cosa.

No hay dudas de que los haitianos está aprovechando el tema para lograr otras cosas. Y cualquier persona que conozca la situación actual de los habitantes de la parte occidental de La Española, como se decía en tiempos de la colonia, están buscando ‘otra cosa’ que en los días venideros conoceremos en detalles.

Tengo, sin embargo, la impresión de que las autoridades dominicanas no se han detenido a analizar cual es el trasfondo del problema. De ese trasfondo voy a hablar en otra columna, pero todo el mundo sabe qué está ocurriendo en este momento en la frontera con el tema de los indocumentados.

Lo cierto es, y esto no puede ser echado en saco roto, que los haitianos acaban de darnos una ‘gran lección’ con el asunto este de vedar la entrada de carne de pollo y huevos a su mercado, dicho sea de paso de importancia extraordinaria para ese pujante sector de la economía pecuaria.
No se trata de atizar, como adelanto pudieran estar pensando algunos, sino de que cada uno debe defender su espacio y sus derechos. Tengo entendido que la República Dominicana se reserva el derecho de permitir el ingreso a su territorio de trapos viejos y zapatos usados, sin ninguna previsión sanitaria.

Ya el Salud Pública tomó la primera medida con una bebida ‘energizante’ llamada Toro. Yo sugiero que se haga lo mismo con la caterva de pacas que entran por la frontera sin que las que las autoridades tengan la certeza de que en ellas no vienen gérmenes que provocan enfermedades insospechables.

No es, sin embargo, que se responda con ‘ojo por ojo y diente por diente’, sino que cada uno debe decir lo que se consume en casa, como bien ha hecho el gobierno haitiano. Insisto en que después no digan que en República Dominicana hay discriminación o que se trata de una represalia.
Los haitianos, actuando como verdaderos malagradecidos, están ‘escupiendo la comida’ o, para decirlo un poco más claro, por si alguien no me entiende, decidieron ‘morder la mano’ que le alimenta. Prefiero concluir diciendo que estamos frente al ‘orgullo del perro’: ‘el rabo alzao y . afuera’.-

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